Antes de aquella conversación, siempre lo había observado en la distancia. Cada quince días, allá abajo entre linieres, suplentes y masajistas; sin faltar nunca a la habitual cita del domingo, tan cerca y a la vez tan lejos.

Yo lo observaba como otros tantos, desde ese lugar privilegiado donde no se aprecia ni se tiene constancia del desafecto entre la grada y el banquillo.

Casi siempre y la mayoría de la veces dirigiendo a pié, justo al borde de esa línea de cal donde parecía sentirse mejor. Alto y narigudo, gesticulando, dando voces “¡¡Eso es!!” solía decir con su mano sobre la boca gritando al equipo a escasos centímetros de la raya; dando órdenes y situando sus peones estratégicamente sobre el terreno de juego.

Así era el hasta ahora entrenador del CD Alcalá: José Antonio Asián “El Narigón”. Cinco temporadas al mando y dirigiendo las huestes panaderas por esos campos perdidos y lejanos.

Nos habrá gustado más, nos habrá gustado menos, pero hoy y desde aquí, quiero agradecerle en nombre de todos los que no lo han hecho y les hubiese gustado hacerlo, su entrega, su trabajo, el interés y la dedicación demostrada; su sabiduría, incluso me atrevería a otorgarle un nuevo apelativo: “El Mago”… pues mucha magia y poderes ha demostrado tener el algecireño durante estos años, llevando y manteniendo al equipo en unas cotas que pocos creíamos…

Gracias y mucha suerte en tu nueva singladura. Hasta la próxima amigo…quién sabe, el mundo del fútbol -como la vida- da muchas vueltas.